martes, 30 de diciembre de 2014

McLeodGanj: Dalai Lama, Tibet y Budismo

Para mi primera navidad lejos de casa decidí hacer un viaje, algo que me mantuviera distraída y no me hiciera caer en la nostalgia y posible lloradera por estar lejos de mi familia. Además, finalmente tuve un descanso de mis viajes de trabajo, así que era la oportunidad perfecta.

El lugar escogido se llama McLeodGanj, hace parte de Daramshala, y está ubicado en el estado de Himachal Pradesh al norte de India. McLeodGanj es un pueblo muy pequeño, está a 2.082 metros de altura y se caracteriza por sus estrechas y empinadas calles, gran cantidad de hoteles y restaurantes, y monjes budistas caminando por sus calles.

Durante los últimos años se ha convertido en un gran destino turístico precisamente por eso, los monjes budistas tibetanos, y para ser más específicos, el Dalai Lama. Desde los años 50 se estableció en este lugar el Gobierno en exilio del Tíbet, y con ellos el Dalai Lama, máximo guía espiritual del budismo tibetano. Ahora en este lugar conviven los indios, monjes y refugiados tibetanos, pero todos con gran influencia de occidente.

Decidimos viajar durante la noche. El trayecto Delhi-McLeodGanj en bus tarda 11 horas. Otra forma de llegar es en tren hasta Pathankot y luego ir por bus o taxi hasta McLeodGanj. Llegamos a las 5 de la mañana del 24 de diciembre, todo estaba oscuro y helado. La estación de buses parecía más un parqueadero abandonado. Tomamos un taxi y nos dirigimos a la Guest House (son casas que han convertido en hoteles, las familias aún viven allí y son quienes atienden a los huéspedes. Esta es la forma más popular y económica de hospedaje en India).

Llegamos al hotel, descansamos por un par de horas y luego salimos a caminar por el pueblo. En esta época del año la temperatura es similar a la Delhi (pero en enero empieza a nevar), así que siempre vestía al menos 3 capas de ropa. Las distancias son cortas así que puedes ir caminando a donde desees. En la plaza principal encuentras desde el restaurante con típica comida tibetana hasta un Pizza Hut, además de hoteles e innumerables ventas en la calle de collares, manillas, shawls, guantes y otras cosas para el frío. Ese día cenamos en el restaurante del Hotel Tíbet: comida tibetana, meseros indios, ambiente occidental. Esto último porque el restaurante estaba decorado con navidad, tenía un arbolito con luces en el centro y los meseros usaban gorros rojos. Para finalizar el día compramos vinos, chocolates, queso y velas, y compartimos juntos en el hotel en la víspera de navidad.


Al día siguiente fuimos a visitar el templo del Dalai Lama, el templo Tsuglagkhang. Hay un filtro de seguridad en la entrada. Al ingresar parece un edificio moderno, aunque es bastante sencillo. Tiene unos salones de clase donde preparan a futuros monjes y donde el Dalai Lama da sus enseñanzas cuando está en el pueblo. En la parte superior del edificio está el templo. Debes quitarte los zapatos para ingresar.

Como en la mayoría de los templos - si no todos - no están permitidas las fotografías, pero intentaré ilustrarles un poco lo que había allí. El piso es de madera, dos grandes vitrinas de cristal con imágenes del budismo están en la parte central y divide nuestro recorrido en dos pasillos. Hay velas encendidas, imágenes del Dalai Lama y ofrendas. Estas ofrendas son algo muy curioso, no son sólo dinero, sino cajas de galletas de chocolate, leche, miel, jugos, entre otros alimentos. En un rincón se encuentra un monje recitando oraciones o mantras e indicándonos por donde debemos caminar.

Al salir del templo se pueden encontrar las Mani Prayer Wheel o Ruedas de Plegaria. Son un elemento característico del budismo, con el mantra "Om Mani Padme Hum" escrito en ellas. Los budistas dicen que girar estas ruedas tiene el mismo mérito que recitar los mantras que allí están inscritos.

En el camino de salida del templo se puede observar una pancarta gigante con caras de jóvenes monjes, más de 50. Son monjes que se han inmolado - en otras palabras, encendido fuego a sí mismos - como una forma de protestar ante el Gobierno chino por el reconocimiento del Tíbet como un lugar autónomo. Es por la misma razón que por todo el pueblo encontrarás grafitis y letreros que rezan "Tíbet Libre". De acuerdo a la prensa han sido 136 desde el 2009; el último de ellos fue el 23 de diciembre, hace una semana.

Pero en McLeodGanj no todo es budismo, también podrás encontrar un templo hindú que tiene una piscina a sus pies con agua sagrada que viene desde la montaña. Las personas son libres de ingresar con la condición de mantener el lugar limpio. 


Y si quieres saber de dónde viene el agua, entonces puedes caminar hasta Bhagsu Fall, una pequeña cascada a la que puedes llegar caminando cuesta arriba en la montaña. Y para hacerlo más entretenido, por qué caminar por el camino y las escaleras embaldosadas si puedes ir escalando a través de las piedras del río que está casi seco, pero que cada ciertos metros forma una pequeña piscina de agua cristalina y helada que te invita a contemplar la paz del lugar y sumergirte en sus aguas (si eres valiente).



Un último dato de este lugar, la comida es muy barata, absolutamente barata. Comimos como reyes y parecía que cuanto más comíamos menos pagábamos.

Saludos desde India y ¡feliz año nuevo!.

martes, 16 de diciembre de 2014

Día de las Velitas

Hace algunos días se celebró el día de las velitas. Para quienes no saben sobre esta fecha, es el día que marca el inicio de las festividades navideñas en Colombia. Se encienden velas durante la noche del 7 de diciembre en honor a la Virgen María, esto se hace principalmente en las calles así que es también un momento para compartir con los vecinos. En el caso de mi ciudad, Cartagena, lo hacemos el 8 de diciembre en la madrugada, algo así como a las 3 o 4 de la mañana. Sin duda, con sentido religioso o no, esta fecha se ha convertido en algo importante para todos.

Dado que estoy tan lejos de casa no estaba segura si podría celebrar esta fecha, no sabía si estaría de viaje o estaría en Delhi así que no hice planes. Finalmente el día anterior una colombiana me dijo que varias personas se reunirían en su apartamento a celebrar así que me invitó, eso sí con la condición que llevara vino.

Al llegar, la encontré con otra colombiana preparando el banquete que nos daríamos esa noche: arepa (con harina P.A.N. por supuesto), patacones, hogao, arepas de huevo (al menos algo parecido), mazorca, flan, y no sé si me pasa algo más. Limpiamos la terraza (azotea, último piso del edificio, como lo quieran llamar) con escobas al estilo indio, pusimos dos colchonetas para sentarnos, cojines, una tela para adornar y esconder los alambres de tender la ropa, y agregamos unas luces navideñas. Eso y las velas dieron un ambiente tan cálido – e incluso romántico – que hicieron que no importara el frío que está haciendo en Delhi por estos días.



Finalmente nos reunimos cinco colombianos, un indio y una persona del Congo. Esta última persona fue muy interesante conocerla: acorde a sus palabras él es chocoano, y en su iPod tiene música de Joe Arroyo, Grupo Niche, Kevin Flórez, Mike Bahía, vallenato, entre otras. Ese hombre es más colombiano que muchos que conozco. Durante su tiempo en India ha conocido tantos colombianos que ha ido conociendo sobre nuestra cultura. Pronto comenzará a estudiar español y entre sus planes está visitar Colombia.

Esa noche me divertí, fue una nueva forma de celebrar el día de las velitas, y por supuesto encendí mi vela. Cuando estás en otro país eso no implica que debas perder tus costumbres, sólo tienes que adaptarlas un poco a la situación, incluso si eso significa terminar hablando en inglés entre colombianos porque tienes invitados internacionales.

lunes, 15 de diciembre de 2014

¿Dónde está Nadine?

He estado perdida, nuevamente, lo sé. Les contaré lo que he estado haciendo:

Después de estar dos meses aburrida sentada en mi escritorio y pedirle a mi jefe nuevos proyectos, obtuve finalmente uno que me haría viajar. ¿Qué pensé yo? ¡Excelente! Voy a ganar experiencia profesional, voy a viajar lo cual me encanta, y además me pagarán por hacerlo. Resultado: sí, todo lo que había pensado, pero además durante los últimos dos meses he estado más tiempo viajando que en mi apartamento.

Mis amigos me preguntan todo el tiempo “¿Cuándo regresarás?”, mis compañeras de apartamento me dicen “¿Otra vez te vas?”. He estado pagando el arriendo y los servicios públicos sin siquiera usarlos. Hasta el celular me sale más caro porque en India si vas de un Estado a otro (el equivalente a departamentos en Colombia) tienes que pagar roaming por voz y datos (Sí, como si estuviera en otro país).

La verdad esto no me molesta. Me encanta porque me estoy llenando de nuevas experiencias y gracias a esto puedo ir definiendo lo que quiero hacer con mi vida y en mi futuro profesional. Tienes que probar diferentes cosas en tu vida para decidir qué te gusta y qué no. Lo único que no me gusta es que a veces paso mucho tiempo sin ver a mis amigos. Estaré otros dos meses en este ritmo pero de alguna forma lo haré funcionar.


Pronto vendré con nuevas historias. Consideren esto una actualización de estado.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Cosas que no sabías de India - Parte I

En cada una de mis publicaciones en este blog intento incluir desde los más pequeños detalles hasta los sucesos más grandes de mi experiencia en India. Desafortunadamente no los puedo compartir todos ni con mil publicaciones, o mil charlas por Whatsapp o por Skype porque no hay nada como vivirlo en carne propia.

Sin embargo seguiré haciendo mis intentos por transmitirles tanto como pueda de este país, un país que me vuelve loca con su caos y su desorden, que me saca una y otra cana, pero que se quedará para siempre en mi corazón.

Ya son tres meses los que llevo aquí, mi vida se desarrolla entre Delhi y Gurgaon, con uno que otro viaje esporádico por turismo o por trabajo. He visto tantas cosas y voy a compartir algunas de ellas, puede que no tengan ninguna relación o lógica en el orden que las diré, pero qué más pedir si tienen en común a la increíble India.

  • Me enamoré del metro. Ya me acostumbré a las largas filas para pasar el filtro de seguridad, pasar por un detector de metales y que una oficial me revise, que mi bolso lo pasen por Rayos X, correr para alcanzar el metro que está próximo a salir, empujar “con cuidado” para entrar, empujar “con cuidado” para salir, viajar en el vagón de mujeres.
  • En una ocasión intenté bajarme en la estación que me correspondía pero eran tantas las personas ingresando al metro y empujando tan fuerte (en realidad parecía una estampida, y cabe aclarar que eran sólo mujeres), que me fue imposible bajar y tuve que llegar hasta la próxima estación y tomar otro metro para devolverme. Sí, eso puede pasar.
  • En el metro siempre vas a encontrar los siguientes tipos de personas: los que duermen de pie, los que se creen tan delgados que siempre están pidiendo que le abran espacio para sentarse, el que viaja agachado, la que se tira al piso, la asiática (me refiero a las de ojos rasgados no indias) que va hablando por celular en otro idioma, el niño pequeño que corre de un lado a otro, los que van con maletas rumbo al aeropuerto o a alguna parada de bus.
  •  Desde que son bebés, a los niños les delinean los ojos con el propósito de espantar todo lo malo de ellos. Algo así como evitar el “mal de ojo”.
  • La mayoría de las mujeres se delinean los ojos. Cuando crecen, delinearse los ojos no tiene ningún significado en especial, es sólo un asunto cosmético.
  • Aquí aprendes o aprendes a regatear. Siempre te van a querer pedir más dinero por todo, en especial si eres extranjero. Ya he visto la cara de decepción de algunos conductores de autorickshaws cuando consigo una buena tarifa y después se dan cuenta que no soy india, como pensando “pude cobrarle más”.
  • No todos los indios huelen mal. Cada vez son más conscientes de su higiene personal.
  • Es cierto que algunas personas no usan papel higiénico. En algunos baños puedes encontrar una pequeña ducha/manguera con la que se enjuagan después de usar el baño. Algunos usan los dos métodos. Para ser sincera, su método resulta más higiénico.
  • Aquí “Maggi” es sinónimo de “fideos instantáneos”, esos que les agregas agua caliente y están listos para comer. Son muy populares.
  • Si al comprar el vendedor no tiene cambio, te puede dar dulces que equivalen a 1 rupia cada uno, o una caja de chicles mediana que corresponde a 5 rupias.
  • Los Doritos son MUY costosos. Las papitas son muy baratas. Las galletas son mucho más baratas (un paquete de 20 o 30 galletas cuesta 10 rupias = 300 pesos).
  • No todos son vegetarianos. Sin embargo los no vegetarianos tienen restricciones como no consumir carne de vaca, o días en que sólo pueden comer comida vegetariana como los martes de cada semana o algunas fechas especiales.
  • Es cierto que la dieta se basa en verduras, sin embargo eso no significa que la comida sea saludable. Para la preparación usan mucho aceite y muchas especias. Además que encuentras más de una harina en las comidas.
  • Todos los productos tienen en su empaque un símbolo que consiste en un punto rojo (no vegetariano) o verde (vegetariano). No sólo está en los alimentos, también lo puedes encontrar en cosas como la crema de dientes.

miércoles, 29 de octubre de 2014

¡Conocí la nieve! (Manali-Shimla)

Mientras todos se preparaban para celebrar Diwali, yo empacaba mi morral para seguir descubriendo este país maravilloso. En esta ocasión mi elección fue un lugar más frío, más blanco y más cercano a las estrellas.

Después de 15 horas de viaje en bus y un dolor de cuello terrible (esta vez viajé en un bus normal, con sillas reclinables) llegamos a Manali, nuestro primer destino. No teníamos hotel así que era lo primero que teníamos que buscar al llegar. Finalmente encontramos un hotel bonito y con buen precio, así que descargamos maletas y nos fuimos a andar.

Manali es un pueblo muy pequeño, a unos 2,000 metros de altura por lo que el clima es muy agradable durante todo el año. En este momento el invierno está llegando al norte de India, así que las temperaturas no superaban los 13°C. El pueblo en sí no tiene muchos atractivos pero puedes visitar el Hadimba Devi Temple, un templo hindú, y el parque que está cerca, que es un pequeño bosque donde puedes relajarte y disfrutar de la naturaleza. Pero lo mejor estaba por venir.

Templo Hadimba Devi

 Parque en Manali

Al día siguiente contratamos un carro que nos llevó hasta Rohtang Pass, un punto a 4.114 metros de altura que hace parte de los Himalayas, está a tan sólo 51 km de Manali, y ¡puedes encontrar nieve! ¡Esa fue la mejor experiencia del viaje! A mis 22 años 1 mes y 19 días pude conocer finalmente la nieve, hice bolitas (sin guantes, por lo que 2 segundos después no podía sentir mis dedos del frío tan tremendo) y la probé (sí, tenía que hacerlo, faltaba la esencia de kola y quedaba listo mi 'raspao'). El 99% de las personas usaba trajes de nieve (cual mameluco de bebé) pero mi amigo y yo decidimos que no lo necesitaríamos, después de todo habíamos salido preparados del hotel; en mi caso este era mi armamento: dos blusas, dos suéter tejidos, una chaqueta, leggins, jeans, bufanda (de alpaca, que calienta bastante, y además funciona como gorro), guantes de lana, medias y zapatos deportivos.

Rohtang Pass, Himachal Pradesh

El lugar donde encuentras nieve en esta época está un poco retirado de la carretera, por lo que debes caminar o pagar para que te suban en caballo. Al subir encuentras no sólo a otros turistas como tú que se mueren de frío mientras se toman 50.000 fotos, sino que también está el señor que vende el té y el café que lleva en 2 termos en su mochila, el que prepara las mazorcas y el que hace omelette - huevos - (sí, todo esto en un pequeño horno sobre la nieve).

Durante todo el camino los paisajes son tan hermosos que te quitan el aliento, simplemente me quería quedar allí para siempre. Sin embargo nuestro viaje debía continuar, así que la próxima parada fue la capital del Estado en que nos encontrábamos: Shimla.

Shimla, que también fue la capital de verano en los tiempos de ocupación Británica, es una ciudad en teoría pero no supera los 150.000 habitantes. En la arquitectura se puede apreciar la gran influencia británica. A su zona más turística y comercial llamada Mall Road puedes acceder por medio de un ascensor que cuesta 10 rupias (300 COP) ya que los carros no se permiten aquí, convirtiéndolo en un gran pasaje peatonal. Aquí puedes encontrar desde la típica mazorca que preparan en la calle (con limón y sal, así se hace en India) hasta el imponente KFC, y desde las pequeñas tiendas con gorros y suéteres tejidos hasta tiendas como Levi's o Nike.


A diferencia del resto de India (o al menos lo que he visto hasta ahora), Shimla es un lugar muy tranquilo, no hay basuras en las calles (tiene multa el hacerlo), sí encuentras canecas, y en el 2010 se declaró como una ciudad libre de cigarrillo (si fumas en lugares públicos te multan). Además predomina la vestimenta occidental sobre la tradicional india, y hay zonas declaradas como 'zonas de silencio' (por lo que no se admiten pitos de carros, algo muy común en India).

Cuando llegue el invierno y empiece a nevar en Shimla no puedo imaginar lo hermoso que será. Debería pegarme la rodadita nuevamente por este lugar.

domingo, 26 de octubre de 2014

Y llegamos a Udaipur

Siempre he dicho que me encanta viajar, pero pocas veces he disfrutado tanto un viaje como el que hice a Udaipur. Después de la aventura en el bus, esto fue lo que hice en esta magnífica ciudad:

Llegamos a Udaipur alrededor de las 11 a.m. No teníamos hotel reservado así que con la guía de Lonely Planet a la mano empezamos a caminar y a ver qué lugar era bueno, bonito y barato. Finalmente encontramos un lugar muy agradable: Nukkad Guest House. Comimos nuestro desayuno a las 12 (sí, era desayuno. Lo único que habíamos comido hasta el momento en el bus era brownie y banano).

Ese día mi compañera de viaje y yo decidimos que caminaríamos a ver qué cosa interesante encontrábamos. No queríamos el típico plan de turista. La primera parada fue en un pequeño local donde un hombre daba clases de pintura. Al llegar nos pidió 5 minutos para organizar todo, así que dimos una vuelta y al regresar nos encontramos con tres pequeños escritorios y las pinturas y pinceles a un lado. Cada una de nosotras escogió el trabajo que quería hacer, así que dadas mis grandes habilidades artísticas escogí algo sencillo: una vaca con pocos adornos.

Realidad vs. Expectativa

Luego decidí que quería hacerme mi primer tatuaje de henna, así que llegamos a un lugar al final de un callejón: era un negocio familiar. Los hermanos se dedicaban a la pintura y tenían sus trabajos por todo el local, uno de ellos también tenía un restaurante justo en frente, y sus hijas eran quienes elaboraban los tatuajes de henna (cuyo nombre oficial es Mehendi). Escogí un diseño del catálogo que tenían y pedí que obviaran algunas cosas, quería algo pequeño porque al regresar a Delhi tenía que visitar un cliente y no sabía si estaba bien ir con todos mis brazos pintados.

Ese día seguimos caminando por locales, hablando con la gente, algunos nos ofrecieron té, otros más nos hablaban en español que han ido aprendiendo con los turistas que van y vienen. Para finalizar el día tuvimos nuestro almuerzo a las 5 de la tarde (nuestros horarios ese día eran un desastre) en un restaurante con vista al lago y al atardecer. Aunque estaba con mi amiga, en ese momento entendí porque dicen que Udaipur es la ciudad más romántica de India.


Nuestra visita coincidió con la celebración de Navratri, por lo que esa noche habían celebraciones en diferentes puntos de la ciudad. El lugar al que decidimos ir parecía acoger la celebración más grade. La calle fue completamente cerrada y cercada, y en el centro había una persona hablando mientras otras personas repartían frutas y dulces a los observadores (esto es común en las celebraciones religiosas en India). Comenzaron a bailar varias niñas sosteniendo unos pequeños palos, pero pronto esa pequeña ronda se convirtió en una hilera interminable de mujeres y hombres, armando un círculo interior y un círculo exterior mientras danzaban al son de la música chocando los palos entre ellos y moviéndolos al unísono. Locales, extranjeros, todos terminaban involucrados en esa danza interminable. Mi amiga y yo decidimos entrar al círculo (para lo que debimos quitarnos los zapatos) y comenzamos a imitar la danza; al cabo de 2 minutos estábamos cansadas (no es que tengamos mal estado físico, es que la danza demandaba mucho esfuerzo).

Al día siguiente visitamos el City Palace Complex, dimos un paseo en bote por el lago, y decidimos culminar viendo el atardecer en el Monsoon Palace, un palacio en la cima de una colina. Para llegar allí tomamos un auto rickshaw y luego en la entrada pagamos para que otro carro nos suba hasta la cima. La vista es hermosa: puedes ver toda la ciudad, los lagos, las montañas, y el atardecer en su esplendor.

El último día decidimos relajarnos, así que nuestras últimas horas las pasamos en un restaurante a la orilla del lago, pero eso resultó siendo más que una simple comida. En la misma orilla del lago tuvimos una lección del modo de vida de varias personas en la ciudad: se veían personas mayores, especialmente mujeres, lavando sus ropas en el lago: agua, jabón, y luego golpeaban la ropa con un palo de madera. Luego de enjuagar, extendían la ropa en unas barandas que se encontraban allí y mientras esperaban que la ropa se secara tomaban un baño, cambiando cuidadosamente sus ropas para que nadie viera más de lo que debía. Llevaban su jabón e incluso vimos cómo una señora restregaba su piel con una piedra, tratando de exfoliarla tal vez. Y al lado de esta escena encontrabas varios niños jugando y nadando.


Así nos despedimos de Udaipur, una ciudad tan india pero que me recordó mucho a mi Cartagena del alma. No sé si era el lago que me recordaba la bahía de Manga, o el Monsoon Palace que desde lejos me recordaba a la Popa, o los puentes que cruzaban el lago en sus puntos más estrechos tal como los puentes que cruzan del Pie de la Popa a Manga, o las estructuras a un lado del lago que tenían un aire a muralla. Esta ciudad no se parecía en nada pero se parecía en todo.

jueves, 9 de octubre de 2014

Viajando en bus

Cuántas veces en Colombia pensé que un viaje a Medellín por carretera eran las 12 horas más eternas de mi vida, que sólo iría en carro a Barranquilla o Santa Marta, y a Valledupar una vez porque el Festival Vallenato lo valía. La última vez que hice un viaje largo en bus por Colombia fue durante mi excursión de grado en bachillerato hace 6 años, Salento-Cartagena y casi 24 horas en un bus.

A diferencia de Colombia, en India es más barato viajar por tren o bus, la diferencia con los tiquetes de avión es abismal. Así que para mi primer viaje que sería a Udaipur tenía claro que viajaría por tierra. Al final por disponibilidad de cupos viajé en bus.


En India hay diferentes clases de buses: los hay con asientos, con camas (sleepers) o los que son asientos que se creen camas (semi sleepers). Para mi viaje de aproximadamente 14 horas el sleeper fue el escogido. A continuación les contaré mi experiencia que merece un post exclusivo en este blog:

Para comenzar, quedé de encontrarme con mi compañera de viaje (colombiana también) en una estación de metro - nuestro transporte por excelencia - con suficiente tiempo de anticipación por si se presentaba algún contratiempo. De ahí con Google Maps a la mano nos sentíamos confiadas y expertas en encontrar direcciones en Delhi. Paramos un auto rickshaw y le pedimos que nos llevara a la estación de buses Karol Bagh, negociamos un buen precio y comenzamos nuestro recorrido. El lugar parecía más lejos de lo que habíamos visto en el mapa, pronto nos dimos cuenta por qué: el conductor entendió que íbamos para la estación de policías de Karol Bagh. Intenten explicarle a alguien que no habla su idioma que está en el lugar equivocado y que los lleve a otra parte. Recurrimos nuevamente a nuestro amigo Google Maps y con GPS activado rectificamos el camino.

Para hacer una claridad antes de continuar, en Colombia estamos acostumbrados a que los buses los tomes en una terminal, un lugar donde todas las empresas convergen y todo sale y llega allí, a excepción de las empresas de servicios especiales (puerta a puerta) que tienen sus propios puntos de partida. Sabiendo esto, continuamos el camino esperando llegar a un lugar así, pero cuando llegamos al punto que mostraba el mapa no encontramos nada.

Decidimos bajarnos y buscar la dirección caminando porque sabíamos que estábamos cerca (o al menos eso queríamos creer). Llamamos al número de atención al cliente de la empresa de buses para pedir indicaciones, pero sólo hablaban hindi. Preguntamos a las personas en la calle pero nadie hablaba inglés. El reloj corría y ya llevábamos casi una hora intentando encontrar el lugar. Finalmente le preguntamos a una mujer joven (es más probable que los jóvenes hablen inglés) que tenía un inglés no muy fluido pero lo suficiente para poder comunicarnos, iba con su mamá quien sólo hablaba hindi. Les contamos lo que sucedió, ella traducía simultáneamente a su mamá, y al final llamamos nuevamente al servicio al cliente, la señora habló con ellos y le dieron las indicaciones. Ellas fueron ángeles caídas del cielo. Nos acompañaron hasta el lugar (una pequeña oficina donde todos esperaban sentados en el andén junto a sus maletas que el bus llegara, de ahí que no encontráramos ninguna terminal), se aseguraron que tuviéramos agua y todo lo necesario, y nos desearon buen viaje.

Ya más calmadas y por fin en nuestro lugar de partida, sólo pudimos reírnos. ¡Qué forma de comenzar nuestro viaje! Pero al menos habíamos salido bien libradas. Ahora sólo quedaba esperar. Habíamos llegado con 15 minutos de anticipación al lugar, pero gracias a que el sentido de la puntualidad en India es incluso más distorsionado que en Colombia, tuvimos que esperar alrededor de 45 minutos hasta que finalmente apareció el bus.



En cuanto a estos buses, jamás había visto algo igual. El bus tiene un pasillo muy estrecho, y a lado y lado divisiones que van desde el piso hasta el techo. Se puede decir que son dos pisos, es decir una cama arriba y otra abajo. Del lado izquierdo estaban las camas dobles, del lado derecho las camas sencillas. Aunque suene un poco extraño y tal vez incómodo, en realidad es mucho mejor de lo que parece. Cada cama (en realidad son colchonetas) se encuentran dentro de cubículos, donde puedes fácilmente acostarte a dormir o sentarte y no golpearás tu cabeza con el techo (al menos para personas no tan altas). Al ser cubículos, tienes total privacidad al momento que cierras las puertas. Viajamos en un “segundo piso” al que subías por medio de unas pequeñas escaleras como en los camarotes. No teníamos aire acondicionado pero como viajamos de noche podíamos abrir la ventana y viajar con aire natural, era tan bueno que hasta frío nos dio en mitad de la noche y tuvimos que cerrar ventanas.





Las vías no están en las mejores condiciones así que estás en modo vibración todo el tiempo debido al movimiento del bus. Les encanta pitar, pitan por todo: “estás en mi camino”, “voy a pasar”, “ya pasé”, “hola”, “chao”, “por si las moscas”. Además mientras estuve despierta vi cómo quedamos a 5 centímetros de un camión y la pelea entre dos conductores justo al frente de nuestro bus. Finalmente pudimos dormir la mayor parte  del camino y llegamos a nuestro destino en la mañana siguiente. Pero esa es otra historia.

jueves, 11 de septiembre de 2014

Somos expat!

Esta semana aprendí dos cosas: primero, cuando estás en otro país no hay razón para sentirte solo, y lo segundo, todos los extranjeros (expat) se convierten en una gran familia.

Había pasado un mes y algunos días desde que llegué a India y aún no había conocido el primer extranjero aquí. Pero el momento llegó: en whatsapp tenemos un grupo de colombianos en Delhi, ahí siempre estuvo pero para mí no pasaba de lo virtual (probablemente porque me da un poco duro eso de hablarle a gente nueva. Lo sé, soy muy boba a veces.) Sin embargo a finales de la semana pasada por cosas que pasan empecé a hablar con alguien de ese grupo: barranquillero, hincha del Junior, lleva 8 meses por acá. Resultado de esa conversación: ya tenía plan para el sábado.

El sábado me encontraría con él y con los demás colombianos. Tomé mi metro emocionada cual adolescente en su primera cita (sólo que esta vez no era con una persona la cita, sino con varias) mientras iba repitiendo en mi mente la dirección hacia la que iba para no parecer una extranjera frente al auto rickshaw. Al llegar a la estación del metro, salí, me dirigí al auto rickshaw con toda la confianza del mundo hasta que, después de tanto repetir la dirección, olvidé cómo se pronunciaba y saqué mi celular para verla. Mientras le leía el nombre al conductor pensaba "hasta aquí me llego mi papel de india".

Pocos minutos después me encontré con el personaje y fuimos directo a encontrarnos con los demás. La zona a la que nos dirigimos se llama Hauz Khas Village (algo parecido a la Media Luna o al Arsenal), encuentras restaurantes, bares y clubes. Puedes respirar la buena vibra mientras caminas por la calle principal donde a lado y lado hay decenas de establecimientos, uno diferente en cada piso, y con gente en sus atriles luminosos invitándote a entrar. Además, vas tropezando todo el tiempo con locales y extranjeros porque hay demasiados y tienes que abrirte espacio para caminar.

Esa noche los números desconocidos de whatsapp y las fotos de perfil cobraron vida, me emocionaba cada vez que conocía a un colombiano, e intenté adaptarme a ese ambiente de tanta gente, tantos idiomas, tantas culturas. Para el final de la noche no sólo había conocido mi gente de Colombia sino también de Brasil, Australia, Rusia, Ecuador, entre otros.

Ya tuve una segunda salida, misma zona diferente bar. Al llegar no veía ninguna cara conocida, así que me fui a caminar por ahí intentando conocer los lugares que habían alrededor. Minutos después a la entrada del lugar donde me encontraría con los colombianos, vi una cara conocida: no era extranjero, era indio, no recordaba su nombre pero sabía que lo había conocido el sábado. Me llamó desde el otro lado de la calle, me saludó cual viejos amigos y me invitó a entrar. Allí empezó a presentarme gente hasta que pensé "Nadine deja la bobada y empieza a relacionarte", así que salté al ruedo, timidez a un lado y empecé a hablar con la gente como si fueran viejos conocidos. Más tarde llegaron los colombianos. Desde esa noche ese indio tiene nombre y se va abriendo un lugar en mi corazón, y mi círculo se amplió con gente de Angola, Zimbabwe, Canadá, México, Japón, y quién sabe cuántos países más.

Conclusiones de las dos salidas:
  • No importa a dónde vayas, siempre encontrarás colombianos y brasileros.
  • De pena se murió un burro en Cartagena, y yo ni soy burro ni estoy en Cartagena. (Traducción para mis amigos extranjeros: No hay que ser tímidos)
  • Aunque estés lejos de casa recuerda que no eres el único, así que cuando están juntos "casa" adquiere un nuevo significado.

domingo, 7 de septiembre de 2014

Feliz cumpleaños indio

Recurriendo a la frase célebre de mis tiempos de colegio, diré que "las palabras no me alcanzan" para expresar lo excelente que fue este cumpleaños.

Hace 10 días tuve la primera experiencia de un cumpleaños en India con una compañera de oficina. Ese día observé varias cosas que fueron un choque cultural y de inmediato pensé en compartirlo con ustedes, pero antes debía comprobarlo en mi propio cumpleaños.

¿Cómo comenzó este día? Mi trío favorito (Neelansh, Karan y Rishabh) me advirtió 1 día antes que no podría dormir temprano ya que recibiría su llamada a medianoche. Yo tengo el siguiente problema: cuando quiero dormir temprano el insomnio me invade, cuando quiero dormir tarde el sueño me gana. Sin embargo ese día pasaron una serie de cosas que hicieron que el sueño no me venciera y yo estuviera despierta a medianoche. Llegada la hora sonó mi celular (por cierto chicos, deberían ser igual de puntuales cuando vamos a salir) y yo contesté emocionada (y pensando "ojalá les entienda" ya que siempre tengo problemas entendiendo el inglés por teléfono). La llamada tuvo dos partes: 1. Feliz cumpleaños. 2. Abre la puerta. ¡Yo no lo podía creer! Estaba en fachas y hacía una hora no teníamos electricidad, así que acostumbrada a la oscuridad mi cara era un desastre. Al abrir la puerta ahí estaba mi trío, con enormes sonrisas, flores y un pastel. Esa fue mi primera sorpresa del día. Excelente forma de comenzar mi cumpleaños.

En la oficina también tuve pastel, chocolates (muchos <3 ) y hasta un sketch (dibujo). Incluso recibí un regalo desde Colombia: un vídeo hermoso donde mis amigos y mi familia me mandaban sus mensajes y buenos deseos. Y al final una hermosa serenata que casi me hace llorar (El Serrucho versión balada). Esa sonrisa aún sigue en mi cara.

Ahora, lo que vi en el cumpleaños de mi compañera que comprobé este viernes:
Choque cultural #1. En Colombia tus amigos te invitan a comer o a hacer cualquier cosa y ellos pagan, es una forma de hacerte una atención por tu cumpleaños. Bueno, como esto es India, aquí se hace diferente: El cumplimentado es quien invita a los demás. Así que en la oficina le puedes comprar el almuerzo a tus compañeros, y/o puedes invitar a tus amigos a salir, todo a tu cuenta.

Choque cultural #2. La hora del pastel. Aquí hay varias cosas que decir. Primero, todos cantan el cumpleaños y la vela se sopla al inicio (sí, al inicio, no al final). Segundo, al igual que en Colombia eres la primera persona en cortar el pastel, pero la diferencia es que no es sólo poner el cuchillo una vez y hacer una línea. No. Debes cortar una rebanada completa, la tomas y pasas por cada una de las personas para que coman de allí - Imagínense el avioncito sin cuchara-. Ellos hacen lo mismo contigo. Tercero, llenan tu cara de la cobertura del pastel, pero no sólo la punta de la nariz, ¡toda es toda!. En este caso fue chocolate. ¡Lo bueno es que mi piel quedó super suave al final!

Contrario a los pronósticos de estar nostálgica por mi cumpleaños, ¡estuve muy feliz! Aquí soy afortunada de estar rodeada por personas maravillosas. Y sin importar la distancia, en Colombia también hay muchísima gente que quiero y que hicieron de este cumpleaños algo muy especial.

¡Aquí comienza la aventura de mis 22!

jueves, 28 de agosto de 2014

¿Colombia?

Colombiano que se respete está orgulloso de su país. No importa si hay cosas malas (siempre las va a haber) pero es uno quien decide si se enfoca en lo bueno. He experimentado la sensación de que tu piel se erice cuando escuchas un vallenato de tu país en el exterior (o una salsa como me pasó hace pocos días), o cuando ves cualquier cosa relacionada con Colombia. El corazón empieza a latir, la sonrisa es infinita, los ojos se inundan de lágrimas (pero las contienes) y dices "¡Mi Colombia del alma!".

En Latinoamérica los colombianos somos bien conocidos por nuestra alegría, nuestra forma de bailar, el café y la salsa. Incluso podríamos decir que en Europa piensan lo mismo de nosotros. Nos encanta ver artículos en la prensa donde digan que en la última encuesta/estudio se determinó que los colombianos somos las personas más felices, o que el café colombiano es el de mejor calidad, etc. Pensamos que todos nos conocen por eso, y nos encanta creerlo, pero en este viaje me he dado cuenta que la realidad es otra.

Cuando llegué todos estaban ansiosos por saber más de esta extranjera (1. Obviamente, ¿Quién no estaría interesado? 2. En realidad se interesaban después de que se daban cuenta que a pesar de mi apariencia yo no era india). Cuando decía orgullosa que era de Colombia sus comentarios eran entre otros "¿Eso es Norteamérica?", "Queda en África, ¿no?", "¿Qué idioma hablan?¿Inglés?", "¿Queda cerca a España?", "¿Qué es lo que caracteriza a Colombia?", "¿Y las drogas?". Ninguna de estas personas sabía sobre el café, la salsa, el español. Incluso muchos confundieron Colombia con Columbia.


Hay que darle muchas gracias a nuestra selección y a James Rodríguez por su buen desempeño durante el mundial. De las pocas personas que sabían algo sobre Colombia, ese algo (o alguien) era James pronunciado en la forma gringa "yeims". Saben de Sofía Vergara y Shakira pero no tienen idea que son de nuestro país.

Tuve la fortuna de encontrarme con un señor (el papá de una de mis compañeras de apartamento) que sí sabía de Colombia. En sus años dorados estuvo navegando alrededor del mundo y llegó a Colombia, visitó varias ciudades entre esas Cartagena. Fue como leer un libro de Gabo con todas esas historias llenas de fantasía y de realismo, su realismo mágico.

Me he encargado una tarea durante mi estancia en India: ser una embajadora de mi país. Estaré feliz si al menos algunas personas conocen más sobre mi país, si al menos saben dónde está en el mapa, y estaré mucho más feliz si logro que se enamoren de la idea de visitarme cuando regrese a mi Colombia del alma.


jueves, 21 de agosto de 2014

De la comida y otros demonios

La semana pasada decidí que tomaría el metro para regresar de la oficina a casa (sí, sólo el regreso, porque no quiero sudar en las mañanas - aún estamos en verano). Eso implica que en ese trayecto la mitad del camino es a pie y la otra mitad en metro. Como resultado sólo pagaría en el metro una quinta parte de lo que pagaba en un autorickshaw, ahorraría unos pesos (o rupias) y haría algo de actividad física. Plan perfecto, ¿cierto?

La respuesta es ¡no!. El remedio fue peor que la enfermedad. Los contextualizaré: mi almuerzo es alrededor de las 2 p.m. y normalmente como verduras y tortilla - para hablar en palabras castizas - por lo que al pasar 2 horas ya estoy con hambre. Siempre ando con mi botella de agua para evitar comer tantas chucherías, y funciona... hasta que voy de regreso a casa.

La estación donde tomo el metro queda convenientemente en medio de dos centros comerciales, así que no hay forma de ignorarlos. ¿Y cuáles son los almacenes que quedan mirando hacia la calle? A excepción de uno donde venden cosas hermosas para el hogar, lo demás que puedes ver son restaurantes, y no cualquier restaurante, no, lo que ves es McDonald's, KFC, Domino's Pizza, TGIF, Pizzas Hut, entre otros.

¿Saben lo qué es una pobre niña aguantando hambre, con un metro y una caminata que interfiere en que ella y su comida se junten? Creo que después de todo no adelgazaré en India.

Tanta es mi debilidad que hace unos días estaba ya lista para dormir, con pijama encima, luces apagadas y divinamente acomodada en mi cama. De repente el celular sonó. La conversación fue más o menos la siguiente "¿Qué haces?" "Intento dormir" "No puedes dormir, vamos a salir" "Pero mañana tengo que trabajar" "Vamos a comer algo, en 10 minutos te recogemos". ¿Qué hace una niña responsable? Sigue durmiendo. ¿Qué hace una niña aún más responsable? Se cambia y responde al compromiso social con sus amigos... y con la comida.

Datos curiosos de ese día: El lugar es un centro comercial de sólo restaurantes. Encuentras desde una heladería hasta un Hard Rock Café. Hay restaurantes de todo tipo. Pero lo mejor esa noche fue que al llegar al lugar estaba sonando como música de fondo "Si huele a caña, tabaco y brevas, usted está en Cali, ay mire, vea!". No estaba en Cali pero estaba en India escuchando una salsa colombiana y no pude evitar hacer lo de Amparo Grisales: ¡me ericé! Y casi casi me la bailo en mitad del centro comercial. Buena música, buena compañía disfrutando con mi trío favorito en India (Digan hola a Neelansh, Rishab y Karan), y un delicioso helado de higo... quiero decir, un "anjeer kulfi".

martes, 19 de agosto de 2014

Pequeñas diferencias

Sólo he estado aquí 21 días por lo que no puedo decir que soy una experta de la vida en India, pero he podido notar algunas diferencias con mi país que me gustaría compartir:

  • Aquí se maneja por la izquierda, por lo que todo en el carro está al revés - al estilo de Inglaterra.
  • No hay burros o caballos en la calle. Hay vacas en las separaciones de los carriles descansando bajo la sombra de los árboles. (Aunque la verdad no son muchas).
  • A las 7 p.m. aún es de día. En este época del año los días son más largos, así que antes de 6 a.m. el sol está en su esplendor, y a las 7.30 p.m. u 8 p.m. anochece.
Foto tomada a las 7.25 p.m.
  • Los horarios de oficina y universidad empiezan generalmente entre las 9 y las 10 a.m. (Y si vives a 10 minutos del trabajo como yo, "madrugar" no está en tu diccionario). Bueno, incluso si vives a dos horas, eso no es madrugar.
  • El arroz no es un elemento esencial en las comidas. Sólo lo he comido 3 o 4 veces desde que llegué. Además que es simple.
  • La cebolla se come sola. Sí, así como lees. Simplemente las pelas, las puedes partir en 4 pedazos, y luego le das mordiscos.
  • La cena no es a las 7, la cena es a las 9.30 p.m. apróx., y es una comida incluso más importante que el almuerzo.
  • El 99% de las comidas son picantes (Los picantes del puesto de frito son como un dulce. La comida de restaurante mexicano en Colombia - o al menos en Cartagena - sólo te producen cosquillas en comparación a lo de acá).
  • Cuando hablan de Maggi no se refieren al cubito, se refieren a los fideos/pastas instantáneos. ¿Imaginan mi cara cuando me dijeron por primera vez "Te puedes comer una maggi"? P.D. También son picantes.
  • Las escobas son cepillos de tamaño mediano, por lo que hay que inclinarse para barrer.
  • No se usa trapero. Se usa un trapo grueso especial y la persona se agacha para limpiar el piso con eso. (Seguro estas mujeres tienen mejor físico que yo con tanta agachadera. Bueno, cualquier persona tiene mejor físico que yo -_-).
Estas pequeñas diferencias hacen que cada día esté más fascinada con India. Créanme que esto es sólo un abrebocas de lo diferente que es este país.

domingo, 10 de agosto de 2014

Teoría de los 11 días

Mis viajes duran máximo 11 días, sea dentro de Colombia o en otros países. 11 días cargados de aventura, alegrías, nuevos paisajes y nuevas cosas por descubrir. No había tiempo para pensamientos tristes ni para extrañar algo o a alguien.

Hoy decidí quedarme en el apartamento, sólo salí a comprar algunas cosas básicas pero regresé pronto. Sé que todos piensan que salgo todos los días para conocer lugares nuevos pero la verdad no tengo prisa, estaré un año y medio aquí. Además hoy me sentía diferente, hoy era uno de esos días en los que sólo quería quedarme en casa (y no, no ando en mis días). Cuando revisé el calendario me dí cuenta que han pasado justo 11 días desde que llegué a India, como en mis anteriores viajes, sólo que esta vez no regresaría a casa. No por ahora.

Estoy emocionada y feliz de estar aquí. No tengo por qué mentir. Y como no me gusta mentir, también debo admitir que extraño a mi familia, extraño a mis amigos, extraño escuchar champeta en la buseta o un vallenato mientras voy en el carro con mis papás. Extraño mi último sábado y todas las personas maravillosas con quienes los compartí. Extraño mis últimas dos semanas, un poco diferentes y cargadas de emoción para decir un "hasta luego" a todo y a todos. Extraño todo. Hoy ando sentimental, lo sé, pero no voy a llorar.

Extrañar es un acto normal. No quiere decir que estoy triste o que voy a caer en depresión. ¡No! Sólo me hará más fuerte, me hará quererlos más y me hará vivir y hacer lo que hago con más ganas y más pasión, para hacer que este tiempo aquí valga la pena.

Sólo quería aprovechar para decirle a todos cuanto los quiero. Besos y abrazos desde India.

P.D. No me volveré a poner sentimental. No por ahora (...) En el próximo post volveré a la normalidad ;)

sábado, 9 de agosto de 2014

Cines en India

He quedado impresionada con la seguridad que tienen en muchos lugares en India. ¿Recuerdan la seguridad tipo aeropuerto del metro? Resulta que no es sólo en el metro. Al entrar a un centro comercial también vas a encontrar una fila de mujeres y una fila de hombres para el filtro de seguridad. Pasas por un detector de metales y luego te revisan el bolso.

Esta semana fui a cine. Para ingresar al cine debía pasar el mismo filtro de seguridad que en el centro comercial y que en el metro, aunque eran mucho más meticulosos. Al revisar mi bolso la señora notó que tenía una botella de agua a la mitad (una minibotella en realidad). Agitó el líquido y al no ver nada raro, continuó. Luego reviso ítem por ítem hasta que se encontró con mi cámara (siempre la cargo por si encuentro algo interesante para tomarle fotos o grabar). Acto seguido comenzó a decir un montón de cosas en hindi que por obvias razones yo no entendí. Ella sólo agitaba la mano así que intenté descubrir a dónde apuntaba. Finalmente un amigo vino a mi rescate. Palabras más palabras menos: tenía que dejar mi cámara en la entrada del cine porque estaba prohibido su ingreso. Tienen un lugar destinado para guardar los objetos prohibidos.

En el cine puedes encontrar películas en hindi, punjabi, e inglés. Obviamente yo escogí una en hindi (...). Aquí finalmente pude ver una película en inglés sin sentirme tentada a leer los subtítulos, muchas veces lo había intentado pero es inevitable que tus ojos sean atraídos por esas letras blancas en la parte baja de la pantalla. La elegida fue 22 Jump Street (Recomendadísima si es que aún no la han visto).

Luego decidimos comprar algo para comer durante la película. Las opciones son básicamente las mismas que en cualquier cine, así que dije que quería crispetas. Cuando me preguntan: "¿Qué sabor?" mi reacción fue "¿Es que acaso las crispetas tienen sabores?". Para los que me leen los contextualizaré: para esta chibchombiana cartagenera las crispetas en el cine siempre son con sal. No hay más opciones. He probado crispetas con sabores pero sólo en las crispetas para microondas como Act II. Al final tuve que decidirme entre queso, caramelo, o saladas.

Cuando íbamos por la mitad de la película, hubo una interrupción y la película desapareció de la pantalla.  En ese momento pesé: "¡Que suerte! ¡Se dañó la película!", y sólo podía pensar en la reacción de mis coterráneos alegando y gritando hasta que les pusieran nuevamente la película. Ante mi cara de confusión, mi amigo me explicó que dan un espacio de 5 o 10 minutos para que hagas todo lo que necesitas, así que no tienes que preocuparte por perderte una parte de la película mientras vas corriendo al baño o compras las crispetas que tu hermana acaba de dejar caer (¡Hola Ani!).

¡Una experiencia nueva de principio a fin!

miércoles, 6 de agosto de 2014

Viajando en metro

El domingo quise hacer algo para no quedarme en casa, por lo que pedí que me enseñaran a usar el metro. Habia tenido la oportunidad de usar dos metros anteriormente: uno en Medellín y otro en Santiago de Chile, pero ¡ninguna experiencia como la del metro en Delhi! Para empezar, debes pasar por un filtro de seguridad. Piensen en un aeropuerto, no le cambien nada. Debes pasar tus pertenencias por rayos X, mientras pasas por un detector de metales y te hacen una requisa. Había una fila para mujeres y una para hombres.

Las estaciones son un caos, hay demasiada gente. Las mujeres tenemos una ventaja, por así decirlo: hay un vagón exclusivo para nosotras. Sin embargo esta vez me subí en los vagones mixtos. Después de pasar por 20 estaciones (en realidad creo que fueron más) debimos cambiar de metro para llegar a nuestro destino. Este último metro que va hacia el aeropuerto es completamente diferente al resto del recorrido. Las estaciones están mucho más vacías, casi que desiertas, y el metro es más moderno.

Tomada de: thehindu.com

Tomada de: thehindu.com

En la noche, cuando ya iba a tomar el metro de regreso a casa (pero esta vez sola), mi amigo me invitó a cenar con su familia. Ubicaron 5 platos, grandes y pequeños, en frente de cada puesto, y la comida en el centro de la mesa. En Cartagena no acostumbraba a comer tarde, en realidad pocas veces cenaba, sin embargo mis costumbres alimenticias se han ido modificando. El único problema que tuve en ese momento es que habían tantas cosas que no sabia cómo proceder con la comida.

Sé que dije que había aprendido a comer al estilo de India, pero normalmente mis comidas tienen 2 componentes, 3 por mucho, pero aquí habían tantas cosas y no tenia la menor idea de qué eran. Mi amigo había salido un momento, así que aclarando mi garganta y con ojitos de perro (o de gato con botas, como lo prefieran), le dije a su mamá que comenzara ella y yo la seguía. No tenía otra alternativa. Para mi sorpresa, ¡me comí todo! Hasta espacio para el postre hubo. Estaba tan rico que no quería dejar nada. Al rato tuve mi oportunidad de sentirme experta: llegó la niña japonesa que recogimos en el aeropuerto más temprano ese día (cuando iba en el metro) y le expliqué cómo se debía comer: ¡con la mano!. ¡Me sentí toda una india en ese momento!

En ese momento pensé: así lucía yo hace unos días, inclusive hacía unos minutos. Todo es cuestión de tiempo y de ir aprendiendo y acostumbrándose a las cosas.

Ese día regresé feliz al apartamento. Feliz porque había tenido una cena familiar (aunque no fuera con mi familia), porque conocí gente maravillosa, viví el caos de Delhi, y empecé a ver India con otros ojos. ¿Y saben qué? Me gusta lo que veo.

domingo, 3 de agosto de 2014

Sábado en la noche: Visitando el templo Sikh

El sábado en la noche había decidido quedarme en el apartamento ya que la gente que he conocido vive en Delhi, al lado de mi ciudad. Sin embargo ya entrada la noche algunos amigos dijeron que vendrían por mí y saldríamos. Es mi primer fin de semana aquí, así que dije sí de una.

El primer reto de la noche fue decidir qué vestiría. Como occidental recién llegada, siempre tengo el temor de hacer o decir algo que vaya en contra de su cultura o que pueda ofenderlos, y me han dicho tantas cosas que prefiero ser cuidadosa mientras conozco cómo es realmente este lugar. Así que decidí usar jeans y una blusa holgada con mangas, con un collar que me diera algo de presentación porque después de todo era sábado.

La primera parada de la noche fue en un restaurante. Dado que no conozco los platos y no entiendo la mayor parte de los menús, le pedí a mis acompañantes que pidieran por mí. Aunque la comida era familiar, tenía ese sabor picante característico de la comida aquí. Afortunadamente tenía un gran vaso de soda a mi lado.

Nuestra siguiente parada: Gurudwara Bangla Sahib, un templo sikh ubicado en Delhi. Debo decir que quedé encantada con ese lugar. Es absolutamente hermoso. Dejamos nuestras pertenencias y nuestros zapatos en el carro porque se debe entrar con los pies descalzos. Al entrar debes lavar tus manos y tus pies, y usar una pañoleta para cubrir tu cabeza (hombres y mujeres). Al ingresar las personas se inclinan y tocan el piso con una de sus manos. Al parecer, anoche no era una noche normal en el templo; había más gente de lo normal de acuerdo a lo que me contaron. No podía entender lo que decían pero en todo el lugar se sentía la voz de alguien hablando constantemente, mientras los presentes se congregaban alrededor y se inclinaban apoyados en sus rodillas tocando el piso con su cabeza. Y como donde fueres haz lo que vieres, decidimos unirnos.





A un lado del templo había una pequeña habitación, encerrada en vidrio, y dentro una cama con telas rosadas. De acuerdo a lo que me contaron, en el sikhism se cree que Dios viene a dormir allí en las noches. Al salir de la parte principal del templo hay un gran estanque, cuyas aguas se considera que limpian y curan. La gente se para al borde y lava sus pies y su cara. Algunos entran completamente y toman un baño. Alrededor de este estanque hay pasillos con arcos (algo parecido a las bóvedas en Cartagena) donde las personas pobres llegan a dormir. Este templo también cuenta con un restaurante que funciona 24/7 y alimenta a los pobres, su única condición es que todo lo debes comer allí. Sin duda en este lugar se respira paz y mucha tranquilidad.


Nuestra última parada de la noche fue cerca de India Gate, un gran arco en honor a los soldados indios fallecidos en diferentes guerras. Pero de este lugar les contaré en otra ocasión.

Gracias Neelansh, Karan y Rishab por mostrarme un lugar tan maravilloso en India y por hacerme pasar un rato tan agradable y divertido junto a ustedes.

viernes, 1 de agosto de 2014

¡Parezco india!

Hoy comencé a trabajar y en el camino a la oficina iba hablando con una compañera. Tema va, tema viene, le comentaba que tendría que aprender a regatear (porque eso lo tengo que aprender bien, me lo advirtieron desde el primer día), y de repente me dice: "no te preocupes que tú pareces de acá". Se me vino a la cabeza las múltiples veces que mi mamá me decía que yo parecía de India y que no tendría problemas por acá porque me confundirían con un local. Para mí siempre fue una broma, pero que te lo diga alguien de acá... bueno, algo de verdad debe tener. Al parecer ella no es la única que piensa eso, una de mis compañeras de apartamento le había comentado lo mismo el día que llegué al aeropuerto.

Al llegar a la oficina conocí a algunos compañeros. Todos fueron muy amables conmigo e hicieron de mi primer día algo más relajado de lo que esperaba. Debo admitir que me siento orgullosa después de haber durado todo un día hablando en inglés y de haberles entendido todo. Claro que no faltaban mis "¿me repites por favor?", "Más despacio", "¿Qué significa eso?". Pero al final del día he superado mi prueba de fuego.

Tanto así que puedo decir: ¡he aprendido mis primeras palabras en hindi! Le comentaba a mis compañeros que en la mañana casi no puedo desayunar porque no lograba comunicarme con la señora que trabaja en el apartamento. Ella no habla inglés. Le pregunté por sal y me dio salsa. Así que muy amables me enseñaron a decir comida, sal, y agua, para empezar. También me indicaron lo que tengo que decir al conductor del autorickshaw (motocarro-transporte por excelencia en Gurgaon) para llegar a la oficina, cuánto me debe cobrar, y ¡que tengo que regatear!. Trabajo en mi pronunciación ¡pero ya puedo presumir!


Compartieron su comida en el almuerzo. Creo que era roti o chapati (algo así como una tortilla) con algo que tenía paneer (un tipo de queso) y verduras. Se comió con la mano y no hubo problema en compartir.

Al finalizar el día tuve la fortuna de que dos compañeros me acompañaran hasta el apartamento. Les dije que podría llegar sola pero no me creyeron. Y menos mal que no lo hicieron, ¡porque la perdida habría sido grande!... era mi primera vez. Aunque afortunadamente ya tengo mi SIM de India, así que no me siento tan desprotegida... creo.

Mañana tendré que ir sola a la oficina. ¡Deséenme suerte!

jueves, 31 de julio de 2014

Primer día

Ya cumplí mis primeras 30 horas en territorio indio. Sé que muchos esperan grandes noticias de mi primer día pero la verdad fue un día sin grandes novedades. Deben entender que después de viajar tantas horas en unas sillas (que por más que sean cómodas no dejan de ser sillas) estaba muy agotada así que dormí, y luego volví a dormir.

Para los que me piden más detalles sobre el lugar en el que vivo, les comento: Estoy en un apartamento con otras tres niñas, todas son de India. Una de ellas también llegó esta semana pero de Bangalore, tiene 22 años, así que de cierta forma no soy la única comenzando una nueva vida. Mi habitación es bastante sencilla: una cama pequeña, un clóset, un abanico de techo, y otro en la ventana que parece ser un híbrido entre abanico y aire acondicionado, aunque con la potencia de un Patton.

Mi clóset sufrió por la humedad y está destruido, así que en los próximos días me lo cambiarán, por lo que aún tengo mis maletas en el piso. La habitación es pequeña pero dado que la cama también lo es, tengo espacio de sobra hasta para las clases de zumba (¡mami, se me olvidó traer los DVDs!). Todo está bastante empolvado así que la jornada de limpieza será grande.

Ayer salí de compras por primera vez. Necesitaba algunas cosas de aseo personal, cortinas y sábanas. Lo de las sábanas fue un reto: ¿por qué no facilitan la vida vendiendo el juego completo? Sólo habían juegos disponibles para camas dobles, así que debí comprar pieza por pieza. Eso no sería problema, sólo debía combinarlos... a menos que nada combinara. Nunca he sido buena para combinar las cosas, pero es que India tampoco me ayuda. Al final decidí que si no combinaban los haría combinar, después de todo cada pieza tenía los mismo tres colores: rojo, negro y beige. El resultado: una sábana roja para cubrir el colchón (con diseños de flores en rojo y negro), una sábana beige para arroparme (con diseños de otro tipo de flores en negro, rojo y café), y un forro de almohada negro (con diseño de un tercer tipo de flores en rojo, café y beige).


Todo es bastante económico. La mejor compra: un paquete de Oreo de 150g (algo así como 15 galletas) por 27 rupias ($800 COP apróx.).

En cuanto a la comida, mi primera experiencia fue con arroz y algo de vegetales. El arroz es bastante simple, y las verduras muy picantes, pero para mi sorpresa, muy rico.


No prometo entradas diarias al blog, pero al menos intentaré hacerlo de forma frecuente. Lo que sí prometo es que la próxima vez combinaré mejor mis sábanas!

miércoles, 30 de julio de 2014

Comenzando una nueva vida

No soy de escribir mucho y menos para que otro me lean. Sin embargo decidí escribir este blog porque es una forma mucho más cómoda de contar mi experiencia en India. Para quienes aún no lo saben, me vine a hacer unas pasantías en India por medio de AIESEC durante 1 año y medio. Trabajaré como Senior Analyst en una consultora.

Después de 23 horas de viaje y hacer escala en Panamá y Amsterdam, llegué a Delhi. Al llegar me recibieron 3 chicos aiesecos, la niña de recursos humanos de la empresa, y mi nueva compañera de apartamento. Ahora estoy viviendo en Gurgaon, una ciudad al lado de Delhi y donde se encuentra la empresa en la que trabajaré. Mi habitación es sencilla, cuenta con su propio baño y puedo ver el metro desde mi ventana (aunque afortunadamente no es tan ruidoso).

Desde que comencé en enero a buscar mi intercambio pensé que sería grandioso ir a un lugar lejano, donde no hablaran español y donde la cultura fuera diferente. Quería grandes retos y mi espíritu aventurero esperaba salir. India siempre me había parecido una cultura muy interesante (especialmente influenciada por las películas de Bollywood). Sin embargo al aterrizar en Delhi (y después de que policías, funcionarios de aerolíneas y personal de migración de cada país en el que hice escala se impresionaran y me cuestionaran por mi decisión de ir a Delhi por tanto tiempo - y yo siempre desestimando sus comentarios - ) me cuestioné por primera vez qué vine a hacer acá y lo primero que pensé fue: "¡debo estar loca!". Un año y medio hablando otro idioma (con el reto que implica el acento), con comida diferente (gracias mami por enseñarme a comer de todo), cultura diferente, trabajo nuevo, casa nueva, y un sinfín de elementos.

Pero a pesar de eso, ¡estoy emocionada por esta nueva vida! Esta experiencia me permitirá madurar, crecer personal y profesionalmente, volverme más independiente y decidir lo que quiero en mi vida. Se que al finalizar este año y medio seré una persona diferente. Algunas personas cuestionan mis métodos pero todos tenemos perspectivas diferentes de la vida. Lo más importante es que no vine aquí para demostrarle algo a alguien, sino para demostrarme a mí que puedo exigirme tanto como quiera, y que puedo superar cada una de las cosas que se me aparezcan en mi camino. Después de todo, también haré lo que más me gusta: ¡viajar!

Ahora sólo me queda vivir esta experiencia de la mejor manera. No hay espacios para arrepentimientos porque no hay nada de lo cual arrepentirse, sino disfrutar cada día y agradecerle a Dios por esta oportunidad tan maravillosa.

¡Saludos desde India! ¡Nos vemos pronto!