jueves, 11 de septiembre de 2014

Somos expat!

Esta semana aprendí dos cosas: primero, cuando estás en otro país no hay razón para sentirte solo, y lo segundo, todos los extranjeros (expat) se convierten en una gran familia.

Había pasado un mes y algunos días desde que llegué a India y aún no había conocido el primer extranjero aquí. Pero el momento llegó: en whatsapp tenemos un grupo de colombianos en Delhi, ahí siempre estuvo pero para mí no pasaba de lo virtual (probablemente porque me da un poco duro eso de hablarle a gente nueva. Lo sé, soy muy boba a veces.) Sin embargo a finales de la semana pasada por cosas que pasan empecé a hablar con alguien de ese grupo: barranquillero, hincha del Junior, lleva 8 meses por acá. Resultado de esa conversación: ya tenía plan para el sábado.

El sábado me encontraría con él y con los demás colombianos. Tomé mi metro emocionada cual adolescente en su primera cita (sólo que esta vez no era con una persona la cita, sino con varias) mientras iba repitiendo en mi mente la dirección hacia la que iba para no parecer una extranjera frente al auto rickshaw. Al llegar a la estación del metro, salí, me dirigí al auto rickshaw con toda la confianza del mundo hasta que, después de tanto repetir la dirección, olvidé cómo se pronunciaba y saqué mi celular para verla. Mientras le leía el nombre al conductor pensaba "hasta aquí me llego mi papel de india".

Pocos minutos después me encontré con el personaje y fuimos directo a encontrarnos con los demás. La zona a la que nos dirigimos se llama Hauz Khas Village (algo parecido a la Media Luna o al Arsenal), encuentras restaurantes, bares y clubes. Puedes respirar la buena vibra mientras caminas por la calle principal donde a lado y lado hay decenas de establecimientos, uno diferente en cada piso, y con gente en sus atriles luminosos invitándote a entrar. Además, vas tropezando todo el tiempo con locales y extranjeros porque hay demasiados y tienes que abrirte espacio para caminar.

Esa noche los números desconocidos de whatsapp y las fotos de perfil cobraron vida, me emocionaba cada vez que conocía a un colombiano, e intenté adaptarme a ese ambiente de tanta gente, tantos idiomas, tantas culturas. Para el final de la noche no sólo había conocido mi gente de Colombia sino también de Brasil, Australia, Rusia, Ecuador, entre otros.

Ya tuve una segunda salida, misma zona diferente bar. Al llegar no veía ninguna cara conocida, así que me fui a caminar por ahí intentando conocer los lugares que habían alrededor. Minutos después a la entrada del lugar donde me encontraría con los colombianos, vi una cara conocida: no era extranjero, era indio, no recordaba su nombre pero sabía que lo había conocido el sábado. Me llamó desde el otro lado de la calle, me saludó cual viejos amigos y me invitó a entrar. Allí empezó a presentarme gente hasta que pensé "Nadine deja la bobada y empieza a relacionarte", así que salté al ruedo, timidez a un lado y empecé a hablar con la gente como si fueran viejos conocidos. Más tarde llegaron los colombianos. Desde esa noche ese indio tiene nombre y se va abriendo un lugar en mi corazón, y mi círculo se amplió con gente de Angola, Zimbabwe, Canadá, México, Japón, y quién sabe cuántos países más.

Conclusiones de las dos salidas:
  • No importa a dónde vayas, siempre encontrarás colombianos y brasileros.
  • De pena se murió un burro en Cartagena, y yo ni soy burro ni estoy en Cartagena. (Traducción para mis amigos extranjeros: No hay que ser tímidos)
  • Aunque estés lejos de casa recuerda que no eres el único, así que cuando están juntos "casa" adquiere un nuevo significado.

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