Esta semana
aprendí dos cosas: primero, cuando estás en otro país no hay razón para
sentirte solo, y lo segundo, todos los extranjeros (expat) se convierten en una gran
familia.
Había
pasado un mes y algunos días desde que llegué a India y aún no había conocido
el primer extranjero aquí. Pero el momento llegó: en whatsapp tenemos un grupo
de colombianos en Delhi, ahí siempre estuvo pero para mí no pasaba de lo
virtual (probablemente porque me da un poco duro eso de hablarle a gente nueva.
Lo sé, soy muy boba a veces.) Sin embargo a finales de la semana pasada por
cosas que pasan empecé a hablar con alguien de ese grupo: barranquillero, hincha del Junior,
lleva 8 meses por acá. Resultado de esa conversación: ya tenía plan para el
sábado.
El sábado
me encontraría con él y con los demás colombianos. Tomé mi metro emocionada
cual adolescente en su primera cita (sólo que esta vez no era con una persona
la cita, sino con varias) mientras iba repitiendo en mi mente la dirección
hacia la que iba para no parecer una extranjera frente al auto rickshaw. Al
llegar a la estación del metro, salí, me dirigí al auto rickshaw con toda la
confianza del mundo hasta que, después de tanto repetir la dirección, olvidé cómo se
pronunciaba y saqué mi celular para verla. Mientras le leía el nombre al conductor pensaba "hasta
aquí me llego mi papel de india".
Pocos
minutos después me encontré con el personaje y fuimos directo a encontrarnos
con los demás. La zona a la que nos dirigimos se llama Hauz Khas Village (algo
parecido a la Media Luna o al Arsenal), encuentras restaurantes, bares y
clubes. Puedes respirar la buena vibra mientras caminas por la calle principal
donde a lado y lado hay decenas de establecimientos, uno diferente en cada
piso, y con gente en sus atriles luminosos invitándote a entrar. Además, vas tropezando todo el tiempo con locales y extranjeros porque hay demasiados y
tienes que abrirte espacio para caminar.
Esa noche
los números desconocidos de whatsapp y las fotos de perfil cobraron vida, me
emocionaba cada vez que conocía a un colombiano, e intenté adaptarme a ese
ambiente de tanta gente, tantos idiomas, tantas culturas. Para el final de la
noche no sólo había conocido mi gente de Colombia sino también de Brasil,
Australia, Rusia, Ecuador, entre otros.
Ya tuve una
segunda salida, misma zona diferente bar. Al llegar no veía ninguna cara
conocida, así que me fui a caminar por ahí intentando conocer los lugares que
habían alrededor. Minutos después a la entrada del lugar donde me encontraría
con los colombianos, vi una cara conocida: no era extranjero, era indio, no
recordaba su nombre pero sabía que lo había conocido el sábado. Me llamó desde el otro lado de la calle, me saludó cual viejos amigos y
me invitó a entrar. Allí empezó a presentarme gente hasta que pensé
"Nadine deja la bobada y empieza a relacionarte", así que salté al
ruedo, timidez a un lado y empecé a hablar con la gente como si fueran viejos
conocidos. Más tarde llegaron los colombianos. Desde esa noche ese indio tiene nombre y se va abriendo un lugar en mi corazón, y mi círculo se amplió con gente de Angola, Zimbabwe, Canadá, México, Japón, y quién sabe cuántos países más.
Conclusiones
de las dos salidas:
- No importa a dónde vayas, siempre encontrarás colombianos y brasileros.
- De pena se murió un burro en Cartagena, y yo ni soy burro ni estoy en Cartagena. (Traducción para mis amigos extranjeros: No hay que ser tímidos)
- Aunque estés lejos de casa recuerda que no eres el único, así que cuando están juntos "casa" adquiere un nuevo significado.